Algunas reflexiones originados por el artículo de
Jorge Castañeda sobre el Ente de Desarrollo de la Región Sur. (Diario Rio
Negro 26.11.12) y también en este blog
Pedro Dobrée
pdobree@neunet.com.ar
Interesante vuestra nota sobre el Ente para el
Desarrollo de la Región Sur, pues me ha permitido reflexionar sobre algunos
aspectos del Estado, la relación entre este y los ciudadanos en Argentina y los
objetivos de las organizaciones. Nada nuevo sin dudas, pero apropiado para
mover un poco las neuronas.
Un viejo pensador sobre temas relacionados con la
Sociología de las Organizaciones, el austriaco Peter Drucker, de larguísima
trayectoria en las universidades de USA y del mundo, sabía decir que las
organizaciones, para sobrevivir y desarrollarse, deberían “...satisfacer
necesidades de la sociedad y de los individuos”.
Importante frase esta, pues remite a pensar que los
objetivos finales no son de los miembros del ente ni de algunos de ellos, no están
en el interior de las organizaciones, sino que están afuera de ellas, en el
ambiente en que habitan; satisfacer estas necesidades es la forma en que las
organizaciones justifican socialmente su existencia.
Este razonamiento es válido para todo tipo de
organización, sea pública, del tercer sector o del ámbito privado. En este último caso no hay que confundirse
con la obtención de las ganancias sobre la inversión realizada, pues es
imposible obtener dinero de una organización que no satisfaga alguna necesidad
de las personas que la rodean.
El caso que Ud. plantea es interesante desde este
punto de vista. Una organización que desde su creación cumple poco, y nada, con
los encomiables objetivos planteados desde el inicio, a pesar de su buen
presupuesto – en algunos años más y en otros menos, obviamente – que deriva del
Presupuesto General de la Provincia de Río Negro, no se justifica socialmente.
Y cuando la mayor parte del presupuesto se destina a
salarios y gastos de funcionamiento, queda claro que no se está trabajando para
objetivos que están “afuera”, sino para los que están “adentro”.
La metáfora que se me ocurre en esta oportunidad,
alimentada por las palabras de Drucker y por la aparente contradicción de estas
con las circunstancias que Ud. describe, es que el Ente se comporta como un
paciente con solo vida vegetativa. Los aportes presupuestarios de la Provincia
actúan como la alimentación artificial o el respirador, que mantienen vivo al
cuerpo en forma indefinida. También ha de suceder que la discusión sobre el
mantenimiento de esta situación del Ente, es tan apasionada, como lo es la
necesidad de “desenchufar” o mantener conectado y con vida, al cuerpo humano
inerte.
Si hubiese intentos de “desenchufar”, rápidamente
habría voces que se elevan argumentando contra esta tentativa. Además de
intentar demostrar el cumplimiento de objetivos logrados, tarea difícil
probablemente, se discutirá que el Ente paga sueldos a gente que vive en
Maquinchao y en otras localidades de la región y realiza gastos, con lo cual se
logran medidas de inyección de recursos en un área que, sin dudas, tiene pocos. Esto es cierto, pero nunca fueron
cifras importantes y hasta el presente no han provocado ninguna mejora
económica global.
La estructura política del Directorio del Ente, con
representantes de los Consejos Deliberantes de cada pueblo, más sus
Intendentes, más la representación de las Comisiones de Fomento y de los
Departamentos y algunos más, eleva en Viedma, caja de resonancia provincial, la
audibilidad de estas voces.
Esto último me obliga a hacer mención de los
criterios utilizados para el manejo del Estado y para la conformación de los
organismos que han de materializar las actividades que se pretenden llevar
adelante.
Aquí se ha creado un “grupo de trabajo” con el
objetivo de “planificar y coordinar las acciones necesarias para la promoción
integral...de la Región Sur de Río Negro ...”. Este grupo de trabajo constituye
el Directorio de un Ente, que con la contratación de personal técnico y
administrativo intenta cumplir con los objetivos planteados en el Estatuto de
la entidad.
Es fácil adivinar que las tareas a cargo del
Directorio no se llevan a cabo de forma muy eficiente; contando sus miembros
llegamos al número 22.
Los mejores grupos recolectores de datos son los
grupos amplios y los mejores grupos “decidores” son los grupos reducidos. Un
grupo de trabajo como el Directorio del mencionado Ente, esta sustancialmente
destinado a decidir y no a buscar datos, pues se supone que los conocimientos
de la problemática regional ya la tienen.
Pero el criterio para la conformación del organismo
no ha sido la búsqueda de la labor eficiente. Ha sido, por el contrario, un
criterio político: “incluir a las distintas expresiones partidarias de la
región”, “no dejar localidades afuera” o “satisfacer las expectativas de
todos”.
Finalmente algunos comentarios sobre la relación
Estado - ciudadano.
En estas condiciones – las de las circunstancias que
motivan este escrito - el Estado es sumamente criticable. Pero no es fácil
criticar al Estado desde un punto de vista políticamente progresista.
En Argentina, donde en general todos somos muy maniqueos,
evidenciar las fallas del Estado te coloca en una posición llamada “liberal” o
“conservadora”. Las personas que están ubicadas en esta posición consideran que
el Estado debe ser absolutamente mínimo y entrometerse poco y nada en la vida
de los ciudadanos, que bien saben ellos como mejor vivir y convivir.
Mientras que ser progresista o de izquierdas, o
simplemente de centro, significa defender el Estado, pues se considera
imprescindible para asegurar el desarrollo humano en términos de igualdad,
fraternidad y libertad, como se viene diciendo desde la Revolución Francesa
para acá.
Pero la dificultad ahora es la imposibilidad de
criticar, de subrayar defectos organizativos, la innecesaria existencia de
algún organismo o la incorrecta administración de otra. Hay que mirar para otro
lado cuando alguna organización pública no sirve para otra cosa que de ser
fuente de “trabajo” para quienes nunca supieron que es hacer un esfuerzo.
Qué pasa cuando no se acepta esta regla, cuándo no
se barre bajo la alfombra, cuándo se pone el dedo en la llaga?
Allí es cuando uno amanece en el otro bando; sin
saber por qué y fundamentalmente sin quererlo, pues resulta difícil, o
imposible, enarbolar la bandera del “si, pero …” sin que te ubiquen del lado
que no quieres estar.